Colonia Flor Blanca
La colonia Flor Blanca es uno de los legados histórico-arquitectónicos, más importantes de la capital salvadoreña y se remonta a la década de 1920, cuando a mediados de esa época se da un crecimiento en el lugar a causa de la construcción del parque Cuscatlán y del estadio Mágico González.
El auge de la zona se consolida con la construcción del Hospital Rosales en 1900, gracias a la expansión de la capital y debido a la erupción del volcán de San Salvador y el terremoto de 1917, después de las reconstrucciones de esos fenómenos naturales se ve el potencial de los desarrollos inmobiliarios en la zona.
Es una zona que no deja de crecer donde se ubica la colonia que ganó notoriedad y empezó a poblarse por las familias adineras de la época; familias como los Nuila, Cristiani, Interiano, Guirola, Baldocchi, Castaneda Castro, Pinto, Murray Meza, Saca y los condes de Falconi, quienes habitaron en el lugar.
Como una de las particularidades es la calle “sesta-décima”, en la que, según el dicho popular: “el país donde una calle puede ser dos calles al mismo tiempo”. Refriéndose a esa vía que cruza la colonia.
Los principales artífices de la nueva colonia fueron los arquitectos salvadoreños, Ernesto de Sola y Armando Sol, quienes se formaron en universidades de Estados Unidos y Bélgica. Surge la colonia Bloom. El hospital militar y las calles con doble vía. Esta colonia fue la primera en el país, cuyas casas contaban con espacio para cochera.
Ambos profesionales Sola y Sol se dedicaron a diseñar residencias y casas bajo la influencia neocolonial (estilo arquitectónico en el que predominan los arcos de medio punto, techos de madera y teja). Influenciados por ellos y el movimiento ciudad jardín inglés.
Todo lo anterior, convirtió a la colonia Flor Blanca en uno de los legados históricos, arquitectónicos, más importantes de la capital salvadoreña y a que sea considerada como un referente patrimonial.